En
este caótico mundo en donde cada vez más
los seres humanos nos vamos encontrando en las oscuras cavernas de un
abismo insondable, las mujeres permanecemos encerradas en esas jaulas estrechas
que son escaparates del mundo y noche de intimidad.
Desde
que la humanidad fue consciente de sus deseos de poder, sus necesidades se convirtieron en una fiera hambrienta de
insaciable voracidad que han ido destruyendo nuestra esencia racional y
nuestras ansias de felicidad.
Tanto
siglos de historia no nos han llevado más lejos que el de seguir mirándonos el
ombligo redondo y estable de nuestro denodado egoísmo.
Debe
ser que lo que verdaderamente nos gusta a los humanos es regodearnos en un
sufrimiento continuado que, en definitiva, da sentido a nuestras vidas.
Verdaderamente,
lo que sí debemos tener, tal vez muy en cuenta, es que todos los males del
mundo se deducen de un único deseo incontrolado: El Poder.
Poder
que se justifica por la existencia de una serie de necesidades; poder que se
justifica por un proteccionismo hacia quienes se consideran “más débiles”;
poder que se justifica porf un sin fin de infinitas diferencias. Poder, en
definitiva, que lo justifica todo por el llamado “bien común”, cuando no es en
realidad más que la satisfacción infinita del ejercicio del domino.
No
existe pasión más potente, ni más sugestiva , que aquella que se regodea en el
dominio y sometimiento de l@s. demás.
Cuando
los hombres comenzaron a darse cuenta que podían dominar a la mitad de la humanidad,
simplemente por haber nacido con un sexo diferente, comenzó la barbarie del
poder,del dominio,de la esclavitud,de la prostitución,del machismo,del
maltrato, la violación,y. todos los males posibles.
Querer
considerar las lamentables situaciones existentes de una manera aislada, como
si tuviese identidad en sí misma, independiente de una situación global que subyace a todas
ellas, es además de simplista una tremenda estupidez.
Debemos
intentar ser de una vez por todas, un poco sensat@s. y atajar los conflictos
existentes en su núcleo .
Por
ello, comencemos por desnudarnos de las
capas de poder que nos arropan y tratar de afrontar la carga de dominio que
poseemos, ejercemos y proyectamos,
A
veces parece que existimos y mantenemos
la vida, únicamente por esta pasión denodada.por esta pasión de sugestión hacia
la muerte;porque resulta difícil comprender que si se ama la vida se ejerza una
existencia de aniquilamiento y de dolor.Y esta humanidad evidencia claramente
esta línea destructiva.
Cambiar
esta cultura de poder-muerte, por otra de vida, supone concebir un mundo en
donde se elimine de la estructura mental humana esta pasión.
Si
hacemos un esfuerzo de imaginación y nos creamos un mundo en dónde las ansias
más fuertes fueran las de construir la mayor felicidad posible,¿qué mundo nos
sustentaría?
Si
todas las energías se acumulasen en busca de este objetivo; ese concepto de
igualdad, que únicamente mantenemos en el
mundo de lo deseable, de lo onírico, sería una hermosa realidad.
Debemos
dejarnos ya de zarandajas, de rizar el rizo, luchando y denunciando situaciones
lamentables que padecemos las mujeres, afrontemos de una vez por todas el
problema y eliminemos el poder.
Primeramente
el poder que cada persona detenta, después el poder de los hombres sobre las
mujeres y finalmente los poderes económicos y políticos nacionales e
internacionales.
Si
combatimos el poder en donde quiera que se encuentre, no sólo estaremos
enfrentándonos a los conflictos femeninos actuales, sino que esteremos mejorando
este oscuro mundo.
Pero,¿quiénes
están dispuest@s. a erradicar “su poder”?
Parece
que si éste se eliminase, la inseguridad asolaria a la persona, la razón de su
vida se distorsionaría,su identidad se encontraría, tal vez, menos estable ;
“datos” estos introyectados inconscientemente a través de la educación; y bajo
esta construcción, eliminar el deseo y ejercicio del poder, hace temer a las
personas la pérdida de sus estructuras fundamentales, esas que sustentan su
existencia..
Pero,
evidentemente, este es un camino difícil que a las mujeres nos cuesta
afrontar-no digamos a los hombres-,y por ello, la vida no nos cambia y el mundo
sigue cada vez peor.
Así
que.O eliminamos todos los poderes o Nos conformamos con todo lo que tenemos.
Josefa
Martín Luengo
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