Al principio de este siglo se publicó un libro que con el tiempo sería el caso clínico más estudiado por psicólogos y psiquiatras, me refiero a las memorias del Dr. Schreber, quien enloqueció a los 42 años de edad, recuperándose luego y volviendo a enloquecer ocho años y medio después. Los especialistas en enfermedades mentales consideran este caso clínico enmarcado, en lo general, dentro de la psicosis.
El padre de Schreber, que supervisó su educación, fue un destacado médico y pedagogo alemán, su influencia sobre la vida del hijo fue muy grande. Ante la época "blanda y decadente", debido a la laxitud de la educación y la disciplina de los niños en el hogar y en la escuela se propuso combatir la flojera de su época mediante un complejo sistema de educación infantil, cuyo fin era hacer a los niños obedientes y sumisos a los adultos.
Las ideas del padre de Schreber acerca de la vida familiar reflejan, como una caricatura en miniatura, las ideas ampliamente difundidas en el sistema capitalista, en su actual etapa de decadencia y también en las autonombradas "socialistas": Los varones adultos tienen que ser dominantes, la sexualidad de los niños y adolescentes tiene que se dominada; los padres, por ignorantes, fanáticos e intolerantes que sean, tienen que supervisar la moral de sus vástagos hasta, por lo menos, el final de la adolescencia, y los niños tienen que aprender pronto a someterse, a menudo, sin críticas a la voluntad de sus padres, con el fin de adaptarse a la sociedad actual, sea capitalista o socialista autoritaria, donde también deberán someterse sumisamente a las injusticias del autoritarismo.
El pedagogo alemán Schreber, afirmó que los padres de familia deben inculcar el amor hacia Dios, padre de la humanidad y el amor al padre, Dios de los hijos.
El Dr. Schreber pensaba que los padres debían restringir la libertad de sus hijos mediante severas disciplinas en aras de la salud; moral, mental y física. Creía que los niños son criminales o enfermos desde su nacimiento, o que con seguridad llegarían a serlo si no se les rescataba a tiempo. Proponía, entre otras medidas, que los padres se reuniesen, constantemente, con el fin de controlar mejor la conciencia de los niños.
Este pedagogo alemán, pretendía saber, como los conductistas, lo que es bueno, elevado, correcto y fino y lo que no es. En otras palabras se tomaba atribuciones de un Dios que guía a su pueblo elegido.
Schreber, como todos los maestros y padres autoritarios, luchaba contra la "mala" conducta infantil, que consiste en las manifestaciones naturales del niño. Luchaba contra la sensualidad y la sexualidad, la adolescencia, la blandura y la cobardía, pues según él, llevaba a los individuos a las depresiones, enfermedades mentales y suicidios.
Aplicando sus métodos inquisitorios-pedagógicos, (parecidos a los métodos fascistas), a sus hijos, logró lo que quería erradicar: la locura hizo presa de sus dos hijos y el suicidio fue la salida de uno de ellos.
Pensaba que el padre debe enseñar a sus hijos lo que es bueno y justo desde edad temprana. Los buenos hábitos según él, deben ser producidos y controlados por el padre. Acostumbrar a un niño significa programarlo para que obedezca, sumisamente, las órdenes de los padres, maestros, patrones y la clase dominante capitalista.
Educar un niño, según Schreber, significa imponer una regla sobre cada detalle de su vida, sobre cada pensamiento y actividad cotidiana del individuo, preparándolo así para que la ideología dominante y las figuras autoritarias, como los maestros, patrones, líderes sindicales y gobernantes, determinen su existencia alienada y neurótica.
La finalidad de este tipo de pedagogía autoritaria, propia del sistema capitalista, es la de lograr que el niño, y luego el adulto, sea un sumiso y obediente incondicional. Si llegara a surgir la desobediencia, deberá ser aplacada, mejor dicho aplastada, hasta convertirla en una toral sumisión, empleando, si fueran necesarios, los castigos corporales.
El psicoanálisis ha demostrado que los modelos de relaciones personales grabados en los niños, desde su tierna infancia, suelen permanecer para toda la vida. Los individuos repiten inconscientemente formas de relaciones sociales de sumisión a la autoridad, que le fueron programados desde pequeños.
Existe la paradójica situación que este tipo de pedagogía divide, aliena, enloquece al ser humano, al lograr que éste considere que su programación para la sumisión no le fue impuesta por unos padres y la clase dominante capitalista, sino que él, conscientemente, en "libertad", se programó a sí mismo.
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